Han pasado dos siglos desde el día
de nuestro grito de Independencia y a
la fecha ésta no se ha concretado. Posteriormente en 1910 se siguió
luchando en el movimiento armado de la Revolución Mexicana, en la que se lograron
grandes cosas: se “acabaron” los latifundios, por ejemplo, y con ello la
repartición de las tierras se había equilibrado; no obstante, lo que no se
erradicó fue la intromisión de los intereses extranjeros en nuestro país, entre
ellos los de españoles y los de nuestro país vecino Estados Unidos de
Norteamérica, quienes por ambición no han dejado de luchar para apoderarse de
las riquezas de nuestro México.
Miles y miles de vidas se han perdido
en esa transición hacia la libertad e independencia, hacia la recuperación de los
derechos más sagrados. Bastante sangre se ha derramado por ello. Sin embargo,
parece que el objeto se perdió en la línea del tiempo. A nuestros gobernantes
se les ha olvidado por qué y para qué los “elegimos”. Se quedaron en el camino,
en la lucha del poder por el poder, en mantener el status y los intereses de
los suyos que definitivamente no somos “nosotros”. Y ahí nos hemos mantenido
estancados, absorbidos por un sistema que a la vez es absorbido por los
intereses de los más poderosos. Les hemos dado el poder a “nuestros”
gobernantes desde el inicio de los tiempos, y definitivamente la “democracia
representativa” no ha funcionado, se han prostituido, se ha vuelto un negocio “una
empresa de dominación”, como lo menciona Max Weber en su libro El Político y el Científico. La mayoría
de los gobernados sabe que algo anda mal, pero pocos se manifiestan, pocos
alzan la voz por el pueblo, me refiero a los más desprotegidos y a los que se
les ha vulnerado sus derechos, que tanto trabajo les ha costado ganar, o al menos
eso nos han hecho creer “nuestros gobernantes”.
De repente, nos encontramos en un
mundo en donde la distribución de la riqueza no es igualitaria, que por más que
nos esforzamos y esmeramos en nuestro trabajo no hay avance, que el salario que
nos pagan no alcanza para cubrir ni las necesidades básicas. Sin dudarlo surgen
interrogantes que dan vueltas y vueltas en la cabeza, pero la mayoría nos
quedamos ahí con ese dolor y esa impotencia. Los libros de historia dicen que
Zapata luchó por la distribución de las tierras, y que los partidos políticos luchan
por los intereses de “nuestro pueblo”,
pero la realidad nos dice otra cosa. La intervención de los países extranjeros
(ya mencionados) ha cambiado su método, porque “para qué quieren ser dueños de
la tierra si pueden ser dueños de nuestras riquezas”. Nos están saqueando a “ojos
vistas”; he ahí donde está la falla, aunado a esto se encuentra la
deshonestidad y deslealtad de “nuestros gobernantes” para con el pueblo que los
ha elegido, así como también la comodidad de los que integran el cuadro
administrativo, quienes cegados por la retribución material y el honor social
se vuelven cómplices de la miseria de los más desprotegidos.
No contentos con vernos en tan miserables
condiciones, nuestros gobernantes en turno dan paso a una infinidad de
instituciones financieras de crédito que supuestamente “apoyan a nuestra ya
deplorable economía”, imponiendo tasas de interés elevadas con las que se llega
a pagar hasta el triple de lo que recibimos. No dejan crecer al pueblo, esa
ganancia que pudo ser para el pueblo, se va a manos de empresas de crédito
extranjeras y mexicanas (desgraciadamente). El pago de los microcréditos viene
siendo como una infinidad de mosquitos que chupan la sangre y no dejan al
cuerpo restablecerse. En verdad, necesitamos recuperar nuestra fuerzas para
emprender la lucha en la exigibilidad de
nuestros derechos, todos los que nos corresponden, todos lo que nos pertenecen,
por todos los que lucharon nuestros antepasados y por lo que se derramó sangre:
el derecho a la vivienda, el derecho a la
educación gratuita, el derecho a la salud, el derecho a una vida digna, a un ambiente
sano y saludable, a vivir una vida en paz y sin violencia, derecho a sentirnos
seguros, a saber que nuestro gobierno, nuestros representantes, velan por lo
que les hemos encomendado, derecho a que rindan con transparencia el manejo de
nuestros recursos y, sobre todo, a que nos traten como sus representados.
Es nuestro deber seguir avanzando
por nuestros ideales, al pie de la lucha, exigiendo el cumplimiento de nuestros derechos día con día.
Contigo en Defensa de tus
Derechos A. C. tiene una misión que junto contigo podemos lograr. ¡ÚNETE! Porque es tu causa, la causa de
todos y avancemos hacia el camino de la justicia y de la verdad.
Nuestras oficinas se encuentran ubicadas
en la segunda calle de Arteaga, número 31 A, en el centro de nuestra ciudad de Coatepec,
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